“El doctor San Julián, que me intervino tras el osteosarcoma, recuerda que en una ocasión le dije que de mayor quería estudiar por qué, sin hacer nada malo, unas células buenas de pronto se volvían malas”

Marta Zalacain Díez (Bilbao, 1976) ahora es es doctora en Ciencias Biológicas, de la Universidad de Navarra. Hace ya dos décadas de aquel diagnóstico. Fue a los 11 años cuando, tras un golpe que recibió en la pierna derecha practicando judo, le detectaron un osteosarcoma en el fémur. «Gracias a las radiografías que me hicieron tras el golpe que recibí, pudieron diagnosticarme el tumor», recuerda la investigadora.

Hoy, aquellos deseos infantiles confesados al doctor San Julián se han hecho realidad. La doctora Zalacain forma parte del equipo que actualmente investiga los mecanismos genéticos que intervienen en la aparición del osteosarcoma en niños, así como de la respuesta posterior al tratamiento. Además, el grupo de trabajo está liderado por el doctor Luis Sierrasesúmaga, director del departamento de Pediatría de la Clínica Universidad de Navarra y especialista en Oncología Pediátrica. Se trata del especialista que hace dos décadas intervino en el tratamiento y posterior curación del osteosarcoma de Marta.

Influencia en la elección profesional

Lo cierto es que la dura experiencia vivida condicionó la elección del camino profesional de esta bióloga. «Después de pasar por la enfermedad, quise estudiar y dedicarme a algo relacionado con la Medicina. En concreto me decantaba por Medicina, Enfermería o Biología», explica la especialista.

Finalmente, se inclinó por esta última opción, ¿por qué?
En COU tuve un profesor que impartía muy bien las clases de Biología y esto me marcó. Por eso estudié Biología y Bioquímica en la Universidad de Navarra. Dos carreras de las que disfruté mucho. Pero terminé y no tenía muy claro por qué tipo de salida profesional decantarme. Tampoco sabía si hacer una tesis. Al final me decidí por intentar trabajar en un laboratorio.

Y lo consiguió.
Lo conseguí gracias al doctor Sierrasesúmaga, a quien conocía debido a que fue quien me trató la enfermedad. Él me presentó a la doctora Patiño y me explicó que dirigía el laboratorio de Pediatría para investigación, en el que, entre otras cuestiones, estudiaban el osteosarcoma.

Un factor decisivo para su elección profesional.
Ahí se me abrieron los ojos. Comencé de voluntaria en el laboratorio mientras terminaba el último curso de Bioquímica. Colaboré aprendiendo técnicas de laboratorio. Después me plantearon elaborar una tesis y así lo hice.

Tesis y premio

¿Su tesis doctoral versó sobre el osteosarcoma?
No, el tema no tenía nada que ver. La tesis versó sobre la inestabilidad genética en sangre del cordón umbilical de madres fumadoras.

¿Por qué ese tema?
Porque el proyecto ya estaba aprobado y había financiación para desarrollarlo. Además me gustó. A partir de ahí, leí la tesis en febrero de 2005. Y me contrataron para el laboratorio de Pediatría.

Por el trabajo de su tesis le concedieron además el Premio Ordesa de Pediatría, uno de lo más importantes en investigación pediátrica.
Me lo concedió la Asociación Española de Pediatría en 2005. El premio es bianual y la verdad es que es un premio de gran entidad.

Tratamiento en la Clínica

Tras su tesis, enseguida dirigió el rumbo de sus investigaciones hacia cuestiones más próximas a la enfermedad que sufrió de niña ¿Investigar el mecanismo del osteosarcoma era desde el inicio su objetivo principal?
Sí. Aunque no creo que pueda hacer más que otro investigador, la verdad es que es un tema que me condiciona. Y dentro de los tumores que existen, para mí siempre va a ser el tumor estrella, el principal tumor en el que voy a invertir todos mis esfuerzos para combatirlo.

Sin embargo, el osteosarcoma infantil tiene una incidencia muy baja, un caso nuevo al año por cada millón de habitantes. No debe ser fácil contar con casuística suficiente para poder desarrollar una investigación sólida.
Desde luego si alguien sufre un osteosarcoma o conoce a alguien próximo que se lo hayan diagnosticado, les diría que deben remitirlo a la Clínica Universidad de Navarra. Lo digo totalmente convencida y con profundo conocimiento de causa. Porque es uno de los hospitales que trata mayor número de osteosarcomas infantiles y sabe cómo tratarlos. No en vano, nos han incluido en un metaestudio internacional al que aportamos el análisis de 300 casos de osteosarcomas.

Una piña con la familia

Dentro de sus planes más inmediatos ¿figura continuar investigando los mecanismos del osteosarcoma?
Sí, sí. Desde los cultivos de células, hasta cualquier otra técnica más en el campo de la genómica o proteómica o en el estudio en el que trabajamos actualmente centrado en un proyecto sobre microRNAs, pequeñas moléculas de RNA capaces de regular la expresión de miles de genes. Se trata de un proyecto para el que ya tenemos financiación y cuyo objetivo es intentar dar, en un mismo paciente, con el perfil que diferencia el hueso sano del hueso tumoral.

¿Cuál sería su mensaje para un joven que pasase por una circunstancia similar a la suya?
Le diría que mucho ánimo, que su familia es lo más importante. Que para la familia también es una experiencia muy dura, pero que hay que hacer una piña, junto a padres, hermanos, abuelos, tíos y amigos. Que se sale adelante y que tengan mucho ánimo, que aunque es un trance duro, se pasa. Y que a pesar de todo se puede hacer una vida normal. Ahora ya no es como antes, cuando el cáncer era una palabra tabú. Les diría que piensen que sólo es una temporada mala.

¿Destacaría algún aspecto positivo de la enfermedad?
El lado positivo de mi enfermedad lo constituyen todas las amistades que hice, los niños que estaban pasando por lo mismo que yo durante ese año y medio que duró el tratamiento. Para mí son parte de mi familia.