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Carrito

Ahinara, primera paciente pediátrica que finaliza el tratamiento de protones gracias a Niños contra el Cáncer

La pequeña de seis años, que padece un tumor cerebral, accedió a la Unidad de Protonterapia de la Clínica Universidad de Navarra gracias al programa Niños contra el Cáncer, ya que está considerado el tratamiento de elección para niños por su mayor precisión y menor toxicidad 

 

Ahinara, una niña de seis años, fue diagnosticada de un tumor cerebral el pasado mes de noviembre en su país natal, Ecuador, donde los doctores le realizaron una cirugía de carácter urgente para extirparlo. “Al tratarse de un tumor maligno, nos indicaron que la cirugía no era suficiente y que había que continuar con otros tratamientos, por lo que comenzamos a buscar opciones curativas en otros hospitales”, indica Victoriano Iglesias, padre de Ahinara.

“En ese periodo entre noviembre y diciembre muchas personas nos hablaron de España y de la Clínica, de las innovaciones que tienen aquí. Fuimos averiguando y viendo alternativas también en Estados Unidos. Contactamos con la Fundación Teletón de Guayaquil, una fundación que facilita financiación para el tratamiento a pacientes que no pueden costeárselo. Presentaron el caso de Ahinara a la Clínica y nos pusimos muy felices cuando recibimos una respuesta positiva por parte del hospital”, añade. Babahoyo, región donde viven, se volcó para ayudar a toda la familia a llegar a la Clínica Universidad de Navarra.

Fue en ese momento cuando llegó a Ecuador el COVID-19 y, temiendo el cierre de las fronteras, la familia precipitó su salida del país, rumbo a la Clínica en busca de un tratamiento que pudiera dar opciones a su hija. Llegaron a la sede de Pamplona el 2 de marzo para comenzar con las sesiones de quimioterapia y, cuando parecía que todo iba bien, llegó a España el momento más duro del Covid. En tierra extraña y alejados de su familia, sus padres, su hermana y Ahinara se confinaron en una casa en Pamplona, donde permanecieron hasta que, gracias al programa Niños contra el Cáncer, se le abrió la oportunidad de recibir protonterapia en Madrid.

“La calidad de vida de los supervivientes de cáncer es a día de hoy una de las mayores preocupaciones que tenemos los oncólogos pediátricos. Su larga esperanza de vida nos obliga a buscar estrategias curativas que, al mismo tiempo, reduzcan los riesgos a corto y a largo plazo”, destaca la Dra. Elena Panizo, especialista en Oncología Pediátrica de la Clínica Universidad de Navarra. “Por sus características, la protonterapia es la radioterapia indicada para niños y, en el caso de Ahinara, especialmente, por ayudarnos a proteger de la radiación las zonas cerebrales implicadas en el desarrollo neurocognitivo”, afirma el Dr. Calvo.

“Estábamos agradecidos porque Ahinara iba a entrar a esta novedosa terapia, pero teníamos mucho miedo porque era necesario trasladarse a Madrid y sabíamos los devastadores efectos del COVID-19 en la capital por las noticias. La doctora nos tranquilizó y nos explicó que la Clínica tenía unos protocolos muy seguros, que pudimos comprobar desde el principio. Incluso la Clínica nos facilitó una casa para permanecer durante el tratamiento y un transporte para acudir todos los días al hospital”, explica el padre de Ahinara. Hasta la finalización del tratamiento, Ahinara y su familia permanecen en una vivienda cedida por la Asociación Española contra el Cáncer (AECC). Diariamente, Rafael Ferrándiz, un taxista que conoció su situación y, de forma desinteresada se ofreció para realizar de forma segura los traslados de la recién llegada. “Fue maravilloso, no caí en cuenta que buscaba que solo me tenía que centrar en el cuidado de Ahinara como padres. Del resto se encargó la Clínica, Niños contra el Cáncer y la AECC”.

Ahinara, que ha recibido 30 sesiones que no superan el minuto de irradiación, se encuentra fenomenal. “Es una niña muy especial para nosotros, no solo porque haya sido la primera, sino porque nos transmite su alegría cada mañana y todo el equipo de la Unidad de Protones la adora”, indica la Dra. Panizo.

“Yo pensaba que iba a hacer efectos negativos, pero no. Ella lo lleva muy bien. Llega el sábado y dice ‘mañana me toca ir a la Clínica’ y quiere estar acá. Llega a la Clínica y nos pide que le cambiemos porque quiere ir a la máquina, que es como ella le llama. Ella entra festejando, con una algarabía de camino. Lo toma bien, incluso, quiere seguir con las sesiones. El trato con el personal es excelente, los días que llevamos aquí se ha hecho como una familia. Ahinara los ha llegado a estimar mucho y pienso que ellos también. Les veo cómo interactúan con ella, con ese cariño, ese calor. Ahinara se ha sentido como en casa”, concluye Victoriano.